Lo que llama la atención al peregrino de Lourdes, y sobre todo al simple visitante, es la presencia de los enfermos en el Santuario. Oficialmente son 80.000 los enfermos y discapacitados de todos los países que vienen a Lourdes cada año. A pesar de algunas heridas o enfermedades, uno se siente aquí en un remanso de paz y alegría.
Las primeras curaciones de Lourdes tuvieron lugar en el tiempo de las Apariciones. Ya en ésta época, algunas personas, conmovidas por la vista de los enfermos, les ofrecieron espontáneamente su ayuda. Son los Hospitalarios los que se encargan de cuidarlos y acompañarlos en la peregrinación y a lo largo del año en las diversas celebraciones.
La curación de los cuerpos no puede ocultar sin embargo, la curación de los espíritus. Los enfermos como los considerados sanos, se encuentran ante la Gruta de las Apariciones, delante de la Virgen María para compartir una oración.
Los enfermos son atendidos en hospitales especialmente acondicionados para ellos. Ayudados por sus responsables y Hospitalarios se dirigen hacia la Gruta por unas calles pensadas también para ellos, los enfermos en sus sillas o carros azules tirados por los voluntarios, se deslizan por un carril que lleva desde el interior de los Santuarios. A ciertas horas del día, puede contemplarse la peregrinación de enfermos que, conducidos por voluntarios, acuden a la la Gruta, al rezo del Rosario, a la Procesión de las Antorchas, a las piscinas…..
Todas estas personas llegan a Lourdes para cumplir los deseos de la Virgen y acuden a ella para hablarle de sus miserias, de esta miserable enfermedad que les impide llevar la vida que a ellos les gustaría. Bernardita vivió la miserable enfermedad durante toda su vida y ofreció su sufrimiento a Dios, podría decirse que nunca buscó dejar de sufrir, pedía fuerzas para soportar el dolor, ofrecía sus miserias para la salvación, y conversión de los hombres, y por las Almas del Purgatorio.
Esta actitud sólo puede provenir de Santos, explica que cualquier dolor aceptado y ofrecido es apreciado en el Cielo.
Cuando una humillación hacía sufrir a la Santa, lo llamaba caramelo, en francés: “un bombón”. Cuando hablamos de Lourdes y de su mensaje, ¿Hablamos quizá de las miserias transformadas en bombones y perfumes?. ¿Será posible que voluntarios, peregrinos, visitantes y turistas puedan saborear y oler esta posibilidad? ¿Qué puedan sentir transformaciones en ellos mismos y en los demás?.
“un bombón”
Por eso, cada enfermo que llega al santuario lo hace bajo la protección de la Virgen María. Lourdes es su casa.