Todo comenzó con una aparición a la joven Bernadette Soubirous. Después de la primera aparición, el 11 de febrero de 1858, le siguieron varias más. La novena, el 25 de febrero de 1858, marcó un punto de inflexión: varios cientos de personas acompañaron a la “vidente” a la cueva esa mañana. Ante sus rostros atónitos, la tomaban por loca, la niña comenzó a raspar la tierra fangosa del fondo de la cueva y a beber en el hueco de sus manos la mezcla de agua y barro que encontró en ella. También se limpió la cara con ella. <<Vengan a beber de la fuente y lávense>>, fueron las instrucciones dadas por la Señora y escuchadas sólo por Bernadette. Desde que se produce este descubrimiento, la gente acude a beber el agua del manantial y a rociarse la cara con ella. Las primeras curaciones milagrosas se produjeron en los días siguientes. La fuente de Lourdes se convirtió en una peregrinación en sí misma y en una nueva esperanza para millones de enfermos de todo el mundo.
El agua de Lourdes es especial para el peregrino que llega hasta el Gave de Pau, al borde de los Pirineos, en el cantón de los Hautes-Pyrénées, Francia. A mediados del siglo XIX, el pueblo de cuatro mil habitantes vivía de la cría y explotación de las canteras de piedra a su alrededor. Todo cambió cuando, en 1862, las apariciones de Bernadette Soubirous fueron reconocidas por el Obispo de Tarbes. En ese momento el crecimiento de la ciudad comenzó alrededor de la cueva de Massabielle y su fuente de agua de Lourdes bendita.
A la Basílica y al Santuario llegan millones de peregrinos al año para realizar oraciones milagrosas. A su derecha, se encuentra la fuente de agua de Lourdes con poderes milagrosos. Esta agua, con múltiples curaciones acreditadas por el Vaticano, dicen en Lourdes que purifica y acerca a Dios. Las recomendaciones son las mismas que hacía Santa Bernadette: “tomamos agua como medicina … .. Debemos tener fe, debemos orar: ¡esta agua no tendría virtud sin fe!”.
Es en este manantial, que influye al fondo de la Gruta a la izquierda, donde la Virgen nos invita a venir a: “beber y lavarnos”.
Hay tres lugares que nos permiten responder a esta invitación:
LAS PISCINAS:
Las famosas piscinas situadas después de la Gruta,a lo largo del Gave, en esta agua sumergen a los peregrinos.
Debido a las condiciones sanitarias actuales tras la pandemia de COVID-19, ya no es posible bañarse completamente, sin embargo, los hospitalarios y voluntarios le dan la bienvenida en las piscinas y le acompañan a realizar el <<Gesto del Agua>>. Este gesto puede vivirse personalmente, en pareja, en familia o con amigos.
Todo es totalmente gratuíto pero, por supuesto, se puede dejar una ofrenda.
LAS FUENTES:
Puede beber y lavarse la cara de manera personal con el agua del manantial que brota por las dieciocho fuentes situadas junto a la Gruta. La cifra dieciocho nos recuerda al número de apariciones que tuvo Santa Bernadette.
LOS GRIFOS:
Situados en el puente, junto a los arcos, tienen suficiente caudal para llenar los recipientes que se llevarán a casa para uso personal o para los amigos y allegados.
"¡Una gota es suficiente! Lo que se necesita es fe"
Aunque algunas personas se han curado tras utilizar el agua de la Gruta, los análisis científicos no han encontrado ninguna propiedad particular en ella. Como decía Santa Bernadette: <<¡Una gota es suficiente! Lo que se necesita es fe>>. También puede pedirle a un sacerdote que la bendiga.
El agua de Lourdes es un signo físico que llama a la sanación de los corazones por la gracia de Cristo. María se hace intermediaria en este proceso, de forma que, por medio de Ella, todos pueden llegar a Cristo, en quien pueden ser sanados.
Las personas que beben de esta agua y se lavan bajo el manto de la Virgen. El agua en Lourdes es un signo, como el agua del Bautismo, no es un remedio mágico. El agua de Lourdes es el signo del agua viva que ofrece Jesús.